LOS CLARETIANOS Y PEREIRA: 95 AÑOS
Ocho años hacía que los Misioneros del Corazón de María
habían llegado de España para hacerse cargo de la misiones del Chocó. Muy
pronto su acción benéfica se extendió por diversos sitios de nuestra nación.
Pueblo Rico (entonces de Caldas) y Jericó (Antioquia) fueron unos de esos
sitios privilegiados. Fue así como el Obispo de Manizales, Mons. Nacianceno
Hoyos, en persona del P. Vicente Conde, conoció a los Misioneros y les tomó
grande aprecio. El resultado fue que el Sr. Obispo de Manizales acudió a los Misioneros
y pidió a sus Superiores que designaran algunos para que se hicieran cargo de
la Parroquia de Pereira.
La petición fue escuchada y por eso el 24 de Diciembre
de 1.917, promediando ya la tarde, los primeros Claretianos llegaron a Pereira
y se apearon de sus cabalgaduras. De 1.917 al día de hoy (2012) han corrido
95 años.
Su llegada a Pereira fue, en gran parte, semejante a la
llegada de José y María a Belén: llegaban cansados, tras largas jornadas a
caballo, después de haber atravesado gran parte del territorio nacional, como
lo exigían las condiciones de la época. El primer contacto fue desconcertante:
encontraron soledad y silencio; eran unos desconocidos a quienes nadie
esperaba. No hubo quién saliera a su encuentro para atenuarles el cansancio.
Este episodio fue solo un primer momento. Pasado ese
susto inicial, los Misioneros fueron acogidos por el pueblo pereirano con
cariño entrañable y, desde entonces, podemos afirmar que Pereira y Claretianos
son dos palabras que armonizan de modo excelente. Hoy me atrevo a afirmarlo con
toda llaneza y sinceridad, sin orgullo, más bien con profunda gratitud al Señor
y al Corazón de María: la llegada de los Misioneros ha sido una bendición para
Pereira. Su acción tuvo gran influencia benéfica primero, por un largo período,
en su Parroquia central, La Pobreza y luego en esta ya cincuentenaria Parroquia
de San Antonio María Claret.
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